¿Arte o artesanía? En el
románico no encontramos a ningún pintor o escultor que se salte las normas
establecidas para el resto de “artesanos”. Y los arquitectos se limitan a
repetir las mismas soluciones a lo largo del camino de Santiago. Sin embargo,
en el gótico algo va cambiando. Ya a finales del románico encontramos obras de
la talla del pórtico de la Gloria en las que el cambio no es sólo estético; el
maestro Mateo tiene algo que no tenían otros maestros románicos, tiene “fama”.
Evidentemente, con la llegada del gótico aún no podemos hablar de una
concepción del creador como artista, esto sólo llegará en el renacimiento y
gracias a todo lo que rodea a aquel mundo humanizado, pero en el gótico
encontramos una tendencia al cambio. En Florencia Giotto se convierte en un
referente y un modelo a seguir por los creadores de arte, para muchos es el
padre de la pintura renacentista. Y las características que va tomando la
pintura flamenca darán lugar a que el trabajo del pintor no pueda ser realizado
por cualquier artesano, por muy metódico y cuidadoso que sea. Pintar e imitar
la realidad son palabras mayores, y hacerlo con personalidad y conseguir el
reconocimiento del público y de la crítica de la época no está al alcance de
todos, sólo al alcance de unos pocos, aunque aún no sean llamados “artistas” en
la práctica.
Por tanto, podemos concluir
que, en cuanto a la concepción de artista, aunque el verdadero cambio se dará a
partir del Renacimiento, entre el románico y el gótico podemos apreciar una
clara evolución. Dicha evolución no se debió sólo a la actitud del artista,
sino también a los cambios en la sociedad y a los propios requerimientos de la
clientela, que no fue exactamente la misma en ambas épocas. Mientras que en la
sociedad teocéntrica feudal la principal comitente es la Iglesia, en el gótico,
con la aparición de lo urbano y de la burguesía incipiente, el abanico de
comitentes se ampliará.
Como sabemos, el arte románico se enclava en el feudalismo pleno, con su típica
sociedad estamental y economía autárquica que sólo a finales de la etapa
comienza a romperse.
Se trata de un mundo rural y
fragmentado en donde se entremezclan dos ideologías, la caballeresca y la
cristiana. La iglesia, pretendía cristianizar una sociedad aún con múltiples
resabios paganos. Su principal instrumento será el monacato, especialmente Cluny,
que se extenderá por el territorio, reconvirtiendo los múltiples movimientos
anacoretas bajo la regla de San Benito y el control de la Santa Sede.
Para su consolidación contó
con la ayuda constante de la nobleza, cuyos hijos segundones pasaban a formar
parte de su control como abades o priores.
Esta nobleza protegía a monasterios y pequeñas iglesias rurales
vinculados a ellos con un doble interés: salvar sus almas con misas y
enterramientos en los monasterios y controlar ideológicamente a los campesinos
a través del miedo. De esta manera afluían limosnas y donaciones testamentarias
que en muchas ocasiones se producían en tierra (ante la falta de moneda del
momento), lo que hizo de tales monasterios nuevos feudos (esta vez
eclesiásticos) que, gracias a la introducción de nuevas fórmulas de cultivo y a
las aportaciones de sus vasallos, pronto se convirtieron en
lugares de riqueza opulenta. De esta manera, el monacato se desarrolló mientras
cristianizaba lentamente las costumbres de los nobles (tregua de Dios) y controlaba a la población rural, evitando
todo tipo de revueltas.
Especial importancia en el
crecimiento de estos monasterios fue el culto a las reliquias que se desarrolló
en este momento, que pronto se ocuparon de controlar y expandir, tanto en su
aspecto físico como en la creación de caminos de peregrinación (Compostela o
Roma, pero también muchos de carácter local) que generaban una ingente cantidad
de limosnas y un nuevo poder ideológico, dominando las conciencias a través del
control de lo misterioso (los amos de lo sagrado).
Esto cambiará en el gótico. Europa occidental vivía una época en la que los
monasterios estaban perdiendo su protagonismo económico en favor de las
ciudades, y el cultural en favor de las universidades. La burguesía mercantil,
gracias al dinero que obtenía del comercio y de la banca, estaba alcanzando un
gran poder económico mientras el sistema feudal, que basaba su riqueza en la
posesión de la tierra, empezaba a desintegrarse. El espíritu de la época
cambiaba y el arte se benefició al añadir a su clientela eclesiástica, la
burguesa.
El arte gótico se extenderá
en el entramado general de la espiritualidad que caracteriza la Edad Media,
pero de ninguna manera podrá considerarse como una continuación del espíritu
románico. Desde el pensamiento filosófico hasta las nuevas condiciones
socioeconómicas, se genera una situación que propicia la aparición de un hombre
nuevo y, por ello, de un arte nuevo.
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