miércoles, 14 de febrero de 2024

B3.13. Identifica, analiza y comenta las siguientes obras arquitectónicas del siglo XVIII: fachada del Hospicio de San Fernando de Madrid, de Pedro de Ribera; fachada del Obradoiro, catedral de Santiago de Compostela, de Casas Novoa; Palacio Real de Madrid de Juvara y Sacchetti, Panteón de París de Soufflot, Museo del Prado de Madrid, de Juan de Villanueva.

Fachada del Hospicio de San Fernando 
de Madrid,
 de Pedro de Ribera

La fachada del Real Hospicio de Madrid es una de las mejores muestras de arte barroco en la capital de España. Realizada por Pedro de Ribera entre 1721 y 1726 la obra muestra la evolución de las formas arquitectónicas que paulatinamente iban abandonando el clasicismo y la simplicidad del famoso estilo herreriano en busca de una arquitectura más recargada y decorativa. La nueva tendencia tendrá dos focos artísticos de referencia, por un lado Salamanca con los Churriguera y por otro lado Madrid, cuyo mejor exponente es Pedro de Ribera.


Ribera (1681 – 1742) se crió en el seno de una humilde familia madrileña. Parece ser que sus primeras incursiones en el mundo de la arquitectura fueron de la mano de José de Churriguera y posteriormente se convirtió en discípulo de Teodoro Ardemans. De la mano de Ardemans trabajó en algunos de los proyectos más significativos de la capital española y posteriormente sustituyó a este en su cargo como Maestro Mayor de Madrid, asegurándose de esta manera una exitosa carrera profesional.



Sin duda su estilo constructivo bebe de las influencias que le legaron sus maestros, tanto Churriguera como Ardemans, pero el arquitecto supo encontrar su propio lenguaje artístico introduciendo multitud de innovaciones arquitectónicas.

En 1673 se funda el Real Hospicio del Ave María y Santo Rey Don Fernando pero de esta primitiva construcción tan sólo queda hoy en pie una espléndida capilla que acoge en su interior un lienzo de Luca Giordano. En 1721 el monarca Felipe V comenzó una reconstrucción del edificio que se levantó con planta irregular y se organizaba a través de sucesivos patios. El material utilizado en la construcción fue el ladrillo reservándose la piedra tan sólo para la fachada principal.
La fachada es una de las mejores muestras de arte urbanístico barroco. Se levanta como una fachada retablo en torno a la puerta de acceso –un arco escarzano- y adquiere un movimiento ascendente culminando en un frontón partido con curvas y contracurvas.
En la portada se aprecian tres alturas diferentes: la inferior se organiza a través de unos cortinajes que enmarcan el acceso y se decoran con estípites, formas geométricas y vegetales. En la zona intermedia la decoración gira en torno a la escultura de San Fernando. El último cuerpo es de menor tamaño que los anteriores -el retranqueamiento de las alturas potencia aún más el dinamismo del conjunto- se organiza en torno a un ventanal con forma de óvalo que se dispone en el espacio central. La arquitectura de Pedro de Rivera desarrolla en la fachada del Real Hospicio tiene un fuerte componente teatral que el artista ha explotado a través del uso de diferentes perspectivas.
El conjunto sufrió a lo largo de los años diferentes intervenciones y restauraciones, en realidad a punto estuvo de ser derruido ya que durante mucho tiempo quedó en terrible estado de abandono.




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Fachada del Obradoiro, 
catedral de Santiago de Compostela, 
de Casas Novoa


Fecha de construcción:1738- 1750
Arquitecto: Fernando Casas Novoa
Material: Granito
Entre las propuestas barajadas antes de la construcción de esta fachada existía la de derribar el pórtico de la gloria y construir una nueva fachada. Esta idea fue desechada por los arquitectos encargados: Fernando Casas y Novoa  y su sucesor, Domingo Andrade. La decisión definitiva fue superponer una fachada, marcadamente barroca, a modo de telón o pantalla,  a la que en origen tenía la catedral románica.
El material constructivo es el granito gallego de color gris,  que será empleado en la mayoría de los edificios barrocos de la región.
Este estilo barroco es el típico recargado y movido que se pone de moda en España en el s. XVIII, aunque los arquitectos intentarán armonizarlo con la estética románica, estilo al que pertenece todo el templo excepto esta fachada.

Con esta fachada se buscaba:

  • Integrar las torres.
  • Cubrir y proteger el Pórtico de la Gloria.
  • Dar luz al interior de la Catedral.
  • Crear un espacio urbano, escenográfico que reciba al peregrino


La fachada está dividida en dos cuerpos y flanqueada por dos torres campanarios que rememoran las medievales que debió tener la catedral y que se nombran en el Codex Calistinus. Los elementos estructurales de la fachada tratan de no discordar con el templo románico, como la puerta de ingreso con arco de medio punto que delimita un espacio acristalado a modo de tímpano y un mainel o parteluz.

El nombre de obradoiro se debe a la labor de filigrana con la que ha sido tratada la decoración, como si fuera la labor de un orfebre. Toda la fachada está recubierta de elementos decorativos que la aproximan al estilo de los hermanos Churriguera. Las columnas y siete pilastras que sobresalen de la superficie de la fachada crean claroscuros y un gran dinamismo. Aparecen motivos heráldicos, grandes volutas, ménsulas, balaustres. El cuerpo central, donde se van superponiendo ventanas con arcos de medio punto culmina con dos movidos frontones curvos partidos que enmarcan un nicho que aloja la imagen del apóstol, todo ello con un sentido ascensional.  La silueta se recorta sobre el cielo, dándole una nota de color y contraste, típicamente barroca Cúpulas pequeñas y pináculos ayudan a señalar aún más el concepto de verticalidad y escenografía.

Otro de los elementos singulares es la escalera de acceso de dos ramales imitando la  escalera dorada de Siloé del XVI en Burgos.


Toda la obra es de dimensiones colosales, sobrecogedora para el peregrino, tal como deseaba la iglesia de la Contrarreforma.




Palacio Real de Madrid 
de Juvara y Sacchetti





Fecha: Siglo XVIII primera mitad (1738)
Estilo: Barroco, corriente cortesana
.
El Palacio Real de Madrid está en el mismo lugar que el antiguo Alcázar Real de Madrid, incendiado en 1734, durante el reinado de Felipe V. Este rey quiso levantar el palacio de nuevo en el mismo sitio, como dando a entender que la nueva dinastía, la Borbón que inaugura él, es continuación de la monarquía tradicional española. Dudó entre llamar a un arquitecto francés o italiano. Parece que el hecho de ser su esposa italiana le inclinó por el arquitecto italiano Felipe Juvara. El palacio se hará completamente abovedado de piedra y ladrillo para evitar futuros incendios. Hace los primeros estudios y planos del palacio, inspirándose en un proyecto de palacio que Bernini había realizado para el Louvre. A su muerte se llama a Sachetti, también italiano y discípulo de Juvara para que continúe la obra, que se inicia en 1738. Con pequeñas modificaciones, sigue el plan de Juvara. En el piso inferior coloca el almohadillado sobre el que levanta dos pisos unidos por pilastras de orden gigante toscanas; y semicolumnas adosadas de orden compuesto en el centro y en los cuatro salientes de los extremos. Las ventanas alternan los frontones triangulares y semicirulares. Encima de la planta principal se encuentra otra sin salida al exterior, y sobre ésta otra planta con ventanas. Remata la parte superior con una balaustrada con jarrones y esculturas. La planta del palacio es casi cuadrada, con torreones salientes en las esquinas y con salientes en la parte central de cada lado. Las estancias se encuentran en torno a un gran patio central interior cerrado, según la tradición palaciega española. Al estar levantado sobre un terreno irregular, hay dos fachadas que presentan una serie de terrazas para equilibrar el terreno. A partir de 1760 se ocupa de las obras Sabatini, que pretende realiza una ampliación del palacio, pero que solamente hace la llamada "ala de San Gil" en la fachada principal. Las fachadas combinan el gris del granito y el blanco de la piedra de Colmenar. Está clasificado dentro del barroco palaciego moderado, de origen francés, con tendencia al neoclásico. Este palacio  contrasta con la tradición barroca hispana (en esta primera mitad del XVIII se da el churrigueresco). El palacio está rodeado de hermoso jardines: Jardines de Sabatini al norte y el Campo del Moro al sur.


NEOCLASICISMO
(Características: Pág. 340 del libro de texto. Podéis incluirlas a modo de intro en el comentario de cualquiera de las dos obras que siguen:)


Panteón de París 

de Soufflot



Fecha: 1758- 90
Estilo:  NEOCLÁSICO
 El autor Souflot se formó en Italia donde estudió la Antigüedad grecorromana y la obra de Palladio.  Posteriormente realizaría un viaje a Nápoles donde conocería las ruinas de Pompeya y el templo de Paestun.   

En  Souflot se dan las características del arquitecto influenciado por el clasicismo pero también por lo que es el estilo nacional en Francia, el gótico. 
            
En este edificio se sintetizan los ideales de la arquitectura de Souflot:
conseguir la ligereza del gótico  final ( siglos XIV y XV)  con sus espacios diáfanos , con la pureza y racionalidad de la arquitectura grecorromana  y renacentista  que es la que se observa en el exterior

 Es en el exterior donde se perciben mejor el neoclasicismo. 

  

   La fachada recuerda al Panteón de Agripa y la cúpula con su tambor al Templete de San Pietro in Montorio de Bramante, aunque también a la catedral de San Pablo de Londres de Cristopher Wren.

 La fachada es un pórtico hexástilo de orden corintio muy decorado, con su entablamento rematada por un frontón triangular  con relieves  de estilo romántico realizado en el reinado de Luis Felipe de Orleans con la Patria coronando a sus hombres ilustres entre los que se reconoce entre otros a Voltaire, Rousseau  o Bonaparte. En la inscripción se puede leer el reconocimiento de la patria a esos hombre ilustres 

La vista exterior de la cúpula  recuerda a Bramante:
 un primer cuerpo del tambor rodeado de columnas de orden corintio ( en el templete de San  Pietro eran dórico-toscano), entre la columnata y el tambor la rotonda tiene bóveda de casetones. 

   A continuación   un segundo nivel, separado del anterior por una balaustrada pétrea,  compuesto por el tambor con ventanas enmarcadas por estructuras rectangulares y sobre este el casquete con gallones coronado por una gran linterna.     

 

     

          En suma  en este exterior y fachada  se aprecian las características del neoclasicismo como utilización del mármol, la recuperación de los órdenes clásicos,  de la  cúpula, y de los valores de orden , armonía, proporción.  
  El neoclasicismo es un estilo que se inspira en la Antigüedad grecorromana cuyo modelo de arte racional y equilibrado parecía el más idóneo con el pensamiento de la ilustración. Además influyeron los descubrimientos arqueológicos de Pompeya y las aportaciones teóricas  como las de Wilkeman. Se extiende hasta 1815 siendo el estilo del Despotismo ilustrado, de la Revolución
 Esta obra constituyó una exaltación y propaganda nacionalista. La inscripción de la fachada  indica su significado.
 



Museo del Prado de Madrid, 

de Juan de Villanueva.
(Pág. 341: el neoclásico en España)


Fecha:  1785 y 1787
Estilo: Neoclásico
Material: Piedra y ladrillo

Hijo de escultor, hermano de arquitecto, educado en la Academia de las tres nobles artes de San Fernando y becado para completar su formación artística en Italia, donde vivió durante casi siete años. En estas breves pinceladas podría sintetizarse el periodo de aprendizaje de Juan de Villanueva, a quien podemos considerar sin duda alguna como el más relevante exponente de la arquitectura neoclásica en nuestro país. Instalado de nuevo en España, el arquitecto trabajó para la comunidad de monjes jerónimos de El Escorial, hasta que en 1777 el rey Carlos III lo contrató al servicio de la casa real. Para entonces Villanueva combinaba ya el clasicismo que tanto había podido estudiar durante su prolongada estancia en Italia con el purismo herreriano del monasterio escurialense.
Una vez con el nombramiento de arquitecto cortesano en el bolsillo, la vida profesional de Vllanueva dio un cambio de importancia. A partir de entonces su carrera profesional quedó vinculada a las necesidades de la monarquía, para la que construyó sus edificios más destacados. Empleó en ellos el estilo neoclásico más riguroso: interés por la simetría y la proporción, escasa presencia de elementos decorativos y constante referencia a los modelos de la antigüedad clásica, recurriendo frecuentemente a la piedra como material constructivo.

El edificio es de forma alargada y terminado en sus extremos en dos alas de planta cuadrada. En el cuerpo central destaca en planta y en alzado el gran pórtico hexástilo con columnas toscanas orientado hacia el paseo del Prado realizado con piedra granítica. Encima coloca el clásico entablamento pero con las formas alteradas: arquitrabe, cornisa y encima, en vez del tradicional frontón triángular o semicircular, coloca el ático en forma rectangular adornado con un relieve con una alegoría referente a Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica.

La galería tiene dos plantas en altura. La inferior tiene unos ventanales profundos rematados con arcos de medio punto que se contraponen a unos nichos rectangualres decorados con estatuas. La superior presenta una galería con columnas jónicas que constrastan con la pronfundidad que producen los cristales de las ventanas. Las galerías pierden el carácter monumental de la fachada, pero ganan en ritmo y agilidad gracias a la secuencia de ventanales. Es un edificio muy racional en su disposición, a lo que contribuye también que el edifico no es muy alto.

En la actualidad hay un tercer piso retranqueado, pero es obra posterior.

El material empleado es el usado desde los Austrias en Madrid, ladrillo y piedra de granito.

En la fachada se colocaron medallones, jarrones y esculturas alegóricas a las artes, obras de Mariano Salvatierra.

La primera reforma de la zona donde se encuentra el museo comenzó con Felipe II. En el XVII Felipe IV había construido en esta zona el Palacio del Buen Retiro para su residencia y solaz (de ahí el nombre), que se fue deteriorando con el tiempo. Hoy sólo nos queda de aquel palacio el Casón del Buen Retiro, el Salón del Reino (mucho tiempo Museo del Ejército), y los jardines del Retiro madrileño. En tiempos del rey Carlos III, el conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, dentro de una mentalidad de la Ilustración, propone la urbanización del llamado paseo del “prado” de los monjes del monasterio de san Jerónimo. Pero también es un plan de modernización científica, confeccionado a la medida del rey ilustrado y de su gabinete de intelectuales y artistas renovadores. Es un proyecto importante en torno al eje norte-sur de Madrid. Se trataba de colocar fuentes de tramo en tramo (fuentes actuales de Cibeles, Neptuno y Apolo) al mismo tiempo que se levantaban unos edificios significativos: Gabinete de Historia Natural (hoy museo del Prado), Observatorio astronómico y el Real jardín botánico, obras todas ellas de Juan de Villanueva. Fernando VII decide cambiar de función al edificio y en 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas.

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